domingo, 25 de diciembre de 2016

Corazón helado









Estaba muy cansado y le dolía el costado, aún sangraba. No paraba de nevar; se tumbó bajo un árbol  se envolvió en una de las pieles y se quedó dormido.  Soñó con Peter persiguiéndole lanzando su cuchillo, luego lo vio tendido en el suelo, muerto. Cuando despertó la sangre se había coagulado. Las pieles le habían salvado la vida. 

Oyó al vapor bajando por el río, echando humo por todas sus chimeneas, la sirena ululaba en el silencio y las aspas golpeaban tercamente las aguas turbias del Mississippi.

Disparó al aire. No quería morir, ahora no.

—Soy trampero—aclaró, apretando la bolsita con el oro que pendía de su cuello — me atacó un oso mientras cazaba. Sí, estaba solo y ya no pude regresar a mi cabaña.




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