Había soportado el
largo viaje, la soledad, la prepotencia de los hombres que compraban su cuerpo;
pero aquella noche, los árboles perdían sus hojas lentamente. Llegaba el invierno.
Pensó en la habitación helada donde vivía, en las horas de espera a la
intemperie... Se estremeció y deseó que alguien la quisiera y la abrazara de
verdad.
Entonces, otro
hombre compró el derecho a tener su cuerpo y con él aumentó su desamparo.
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